miércoles, 16 de mayo de 2012

Great Expectations

Creo que ya he comentado alguna vez que a Dickens hay que leerlo con una taza de té en la mano. Té inglés, claro, con un poco de leche. Tras aspirar el olor a bergamota, no es difícil evocar un gran ventanal, un alféizar cubierto de cojines -el cosy corner victoriano- y un paisaje gris pasado por agua al otro lado del cristal. 


Grandes Esperanzas, como la mayoría de las novelas de este genial escritor, nos traslada a ese Londres que tan bien sabe retratar. Mr. Dickens el té lo toma con ironía. 




Leer a Dickens es siempre una opción inmejorable




Baker Street